Me enseñaron a ser fuerte. Pero liderar no era eso.
Carla Casañ Albert
4/12/20252 min read
Si leíste el post, hoy te escribo con la versión extendida, con lo que aprendí y cambié y hoy te puede ayudar en el camino.
Mi padre me educó para ser fuerte. Para que nadie pudiera hacerme daño. Para que pudiera con todo, sola. Y lo consiguió.
Soy una mujer fuerte, valiente, independiente. Pero también he sido una mujer que no sabía pedir ayuda. Que creía que llorar era peligroso. Que mostrarse frágil era como dejar una puerta entreabierta a que alguien entrara y arrasara.
Durante años creí que eso era madurez, autosuficiencia, liderazgo. Y confundí coraje con coraza.
Me convertí en “la que siempre puede con todo”. La que sonríe, la que sostiene, la que supera. Y mientras tanto, iba cargando más de lo que podía sin darme cuenta.
Me desconecté de mí. De lo que necesitaba. De lo que sentía. Y de esa parte humana que también quería ser sostenida.
📸 Esta foto (adjunta) la tomé el último día de trabajo. Lloraba en el coche. Se la envié a mis compañeras. Una semana después cogí un vuelo a Sudamérica con una mochila en la espalda… y un universo desordenado por dentro.
No me fui para escapar. Me fui porque no podía seguir fingiendo fortaleza mientras mi cuerpo gritaba por dentro.
Fue como ir quitándome una armadura con las manos temblando. Una armadura que me había servido para sobrevivir… pero que también me había impedido sentir.
💭 Y ahora que han pasado más de dos años, puedo ver con claridad:
No era liderazgo. Era supervivencia. Y no es lo mismo.
Hoy, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que no cambié de golpe.
Fui cambiando poco a poco, cada vez que:
– Me permití llorar delante de alguien sin disculparme
– Dejé de pelearme por dentro para entender que mostrar mi vulnerabilidad no era debilidad frente a otro.
– Empecé a preguntar: ¿y yo, cómo estoy?
– Acepté que no necesito demostrar nada para valer
¿Qué hago diferente hoy?
Me escucho antes de sostener a los demás
No lidero desde la urgencia, sino desde la presencia
Ya no me esfuerzo por tenerlo todo claro
Y sobre todo: ya no me avergüenza ser sensible
Hoy acompaño a líderes que para que sean más humanos. Que siguen liderando… pero quieren hacerlo de otra manera. Con estrategia, sí. Pero que genere impacto.
Que generen un equipo lleno de lideres. Que sean ejemplo y se adapten a lo que la sociedad reclama.
Porque el mundo no necesita líderes perfectos. Necesita líderes presentes. Líderes que acompañen desde su autoliderazgo.
Si a veces siente que tienes presión, te dejo 3 claves que me ayudaron a salir de ahí:
Permítete parar sin sentirte culpable. El descanso no es un premio. Es parte del proceso.
Párate a pensar y cuestionar si tu gestión de equipo es la deseada. Permítete hablar y escuchar sin miedo lo que tienen que decir.
Atrévete a decir en voz alta cómo estás. Lo que no se nombra, se enquista. Lo que se expresa, se libera.
A ti, que estás leyendo esto. No sé si te ha tocado un trozo. No sé si estás en ese punto exacto. Pero si algo en ti ha vibrado con estas palabras… déjame decirte:
Hay otra forma de liderar. Una que te sostiene a ti y a tu equipo. Una que te respeta. Una que se siente bien. Una que genera beneficios e impacto.
Y sí… Es profundamente humana.
Gracias por estar ahí.
Carla
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